Un viaje rápido a Tetela de Ocampo, Puebla

Augusto Galicia López

“Así es la Sierra de Puebla, así es mi tierra natal …”

 

En el último fin de semana de junio, me encontré ante la situación de que no pude unirme al viaje de Said al Geiser de Tecozautla, y no quería quedarme sin rodar. ¿Solución? Hacer una rodada de último minuto, por algún lugar no muy distante de la Cd. de Puebla.

 

Nuevamente acudí al maps de google por ayuda y tracé una ruta por Tlaxco, Tlax., Tetela, Cuetzalan, Yohualichan, Hueytamalco, Teziutlán y regreso a Puebla. Un poco más de 400 km, para ocupar todo el domingo.

Así que el sábado 29 por la noche estuve afinando detalles y revisando la Inazuma para partir al día siguiente lo más temprano posible. El domingo 30 de junio a las 7:15 empecé la rodada, ya con retraso, pues había planeado salir a las 6:00. El inicio lo di por la carretera Puebla – Santa Ana Chiautempan, Tlax., también conocida como la vía corta a Santa Ana. La superficie está en buenas condiciones aunque tiene muchos topes, la mayoría con rampas lo que minimiza la molestia al pasar por ellos. Antes de que complete cinco kilómetros, ya estoy en el límite de estados y no he salido de la zona urbana de la ciudad de Puebla. Apenas está asomando el sol detrás de la Malinche y el ambiente está húmedo y con un poco de bruma, pero se siente muy bien el aire fresco de la mañana.

 

En la pasada por Santa Ana, rebaso a un autobús de la linea “verdes” y en menos de que lo cuento lo veo en mi espejo izquierdo, demasiado cerca (leyendo mi placa, dicen algunos), entonces me orillo para que pase y ¡oh sorpresa! Me sigue y se pone detrás de mi. Acelero para dejarlo, supongo que tiene que detenerse en los topes, pero los brinca y me sigue, aunque empiezo a distanciarme. Entro a la carretera San Martin Texmelucan – Apizaco y como es una subida, dejo de verlo por un buen rato, me relajo y sigo rodando sin problema, me fijo en el velocímetro y marca 95 km/h, ¡Voy bien! Me digo y unos instantes después otra vez veo al dichoso autobús a mis espaldas, pero ahora me rebasa, disminuyo para que se aleje y llego al lugar conocido como la “Y griega”, donde por unos instantes quedo desconcertado y veo el letrero que indica que voy para Texcoco, tengo tiempo de corregir y enfilo hacia Apizaco. Ahora soy yo quien alcanza al “Verde” autobús, y lo rebaso con precaución, pues ya estamos entrando a dicha ciudad, la más grande y con mayor movimiento de este pequeño estado. Doy vuelta hacia el norte, para salir a Tlaxco y me encuentro con la máquina de ferrocarril que honra la tradición ferrocarrilera de este lugar. Ahora sí, ya voy llegando a Tlaxco, un vistazo al panel de instrumentos me indica que debo cargar combustible, así que a darle combustible a mi montura, aprovecho para la escala técnica de rigor.

 

Vuelvo al camino, salgo de Tlaxco (Aquí se pueden comprar buenos quesos y conservas) y voy por la carretera libre hacia Chignahuapan, empiezan las curvas … y los topes, una medida para obligar a los automovilistas a que disminuyan su velocidad es poner una serie de al menos 10 topecitos brincadores antes y después de las curvas peligrosas, así que ni modo … ¡a brincar! Pronto llego al límite de estados y empieza la sierra, el frío y las buenas curvas, todo va bien hasta Loma alta, donde tengo que desviarme para Tetela de Ocampo donde haré parada obligada. Horrible camino, lleno de baches, ni modo a rodar despacio. En una parte alta del camino me sorprende el resplandor de decenas de invernaderos, donde según me dijeron siembran y cosechan jitomate y chile, ya casi llegando a Aquixtla. A la entrada de esta población, veo un grupo de casas que me parece bonito y paro por algunos momentos para las fotos del recuerdo. El resto del trayecto sin novedad, salvo un pequeño grupo de curvas muy cerradas y en pendiente, casi llegando a Tetela en la entrada a un pueblito que se llama Xaltatempan, donde algunos vehículos invaden el carril contrario para pasarlas y me hacen extremar precacuciones, ya que parecen no verme o no les importa mi presencia.

 

A la entrada de Tetela hay un simpático puente, en el que originalmente sólo cabe un vehículo. Me pregunto ¿Cuántas veces habrá cruzado este puente el General Juan Crisóstomo Bonilla? http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Cris%C3%B3stomo_Bonilla

 

Después del puente, una calle empedrada con baldosas resbalosas que brillan con el sol, pero sólo unos cuántos metros porque la circulación vial conduce por una calle de concreto para llegar al centro de esta pequeña ciudad.

 

Día de plaza en Tetela, nada extraordinario, aparte del bloqueo de las calles céntricas. Encuentro un estacionamiento techado, asi que dejo por un momento a mi corcel y recorro las calles para las obligadas fotos. En el trayecto se me ocurre que puedo comer algo (son un poco más de las 10:15), así que antes de retornar al camino entro al restaurante “La Casa Grande”, que realmente es un lugar muy pequeño y pido el tradicional desayuno mexicano (café, pan, huevos, frijoles salsa y tortillas). Ahora, sí, ya puedo volver al camino. ¡Oh no! Ya pasan de las 11:00, ya debería estar llegando a Cuetzalan y todavía no salgo de Tetela.

 

 

Pregunto por el camino a Cuetzalan y me dice el encargado del estacionamiento que está en buen estado y que el tiempo de recorrido es de aproximadamente una hora y media. Menos mal, creo que todavía no he perdido demasiado tiempo.

 

Desciendo hasta La Cañada, un bonito y pintoresco pueblito de la sierra, de donde por cierto provienen mis antepasados maternos del S. XIX, y de aquí empiezo el ascenso a las partes altas, en el trayecto encuentro un lugar desde donde se aprecia un pequeño valle en donde se encuentra Tetela y la vista me obliga a detenerme y tomar algunas fotos para compartirlas con los amigos de MRM.

Ya me quejé por las malas condiciones del camino a Tetela, pero no conocía este: baches, grava, tierra suelta, deslaves, con frecuencia todo junto (había un deslave, a mitad de la carretera, que ya tenía arbolitos), tal vez la única ventaja es el poco tránsito, tan poco, que me permitía escuchar mis pensamientos. Como dice la canción, poco a poco me fui acercando a Huahuaxtla, donde yo quería parar porque en mi niñez era punto obligado de tránsito hacia mi pueblo, cuando no había sino caminos de herradura ¡Ah! ¡Qué tiempos aquellos! Aunque el pueblito sigue casi igual, un poco más grande, pero nada más. Ya estoy en el entronque de la carretera Zacapoaxtla – Cuetzalan y veo la hora, ya pasan de las 13:30 y empiezo a dudar de seguir por la ruta que había planeado. Si me regreso de aquí a Puebla, estaré llegando a eso de las 16:15, justo a la hora de la comida. Creo que mi espíritu aventurero sucumbió ante tal perspectiva: ni modo, cambio la mojada y la cansada por la buena comida. Regreso a la casa. Así que en lugar de Cuetzalan enfilo hacia Zacapoaxtla. Al pasar por Apulco, recuerdo que muy cerca de aquí está la cascada “La Gloria” (http://www.bioxplora.com.mx/destino/?destino=67 ), así que ya tengo pretexto para regresar, espero que me acompañen los amigos de MRM.

 

Al pasar por la ciudad del 25 de abril (por cierto que aquí nací), me detengo unos instantes en una de las calles céntricas para comprar una de las delicias de este lugar los famosos “tayoyos”, creo que estos justifican el cambio de ruta.

 

Con los tayoyos debidamente protegidos para que no se enfríen demasiado, emprendo el regreso. Ahora sí, buena superficie, carretera bien pintada, las curvas se van sucediendo sin problemas, paso por el Tecnológico, Llego al entronque de Acuaco, decido seguirme por la carretera federal, como el caballo blanco de José Alfredo paso como rayo por Libres, Oriental, San José Chiapa (muy activo por la construcción de una famosa planta armadora de autos), Acajete y Amozoc. Como ya se me está haciendo costumbre, alrededor de las 16:15 horas, llego a la casa y el odómetro marca 358.9 km. Me queda la espinita de completar el viaje a Cuetzalan, Yohualichan y Teziutlán ¿Alguien se apunta?

 

¡Nos vemos en el camino!