Playa Novillero – Copala
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Relativamente temprano, inicia nuestro día saliendo a la playa para desayunar el pan de plátano que nos había sobrado de San Blas, junto con algunos plátanos que compramos ayer por la tarde. Muchas aves en su vuelo matutino en busca de comida nos acompañan, cuando a la sombra de una palmera estamos iniciando nuestro desayuno. Muy cerca de nosotros hay un niño y una niña jugando, se persiguen, saltan, simplemente gozan de esa maravillosa etapa de la vida. De pronto la niña se acerca, nos pregunta por Beth y Greys, le decimos que no las conocemos. Insiste y nos da como referencia que usan gorras color rosa. Lamentamos tampoco poder ubicarlas así, pero de cualquier modo, la niña ya está sentada junto a nosotros y sigue jugando, esta vez lo hace con la arena dejándola caer desde sus manos, y así, el viento la lleva muy cerca de nuestra comida… Ruth le hace saber que podría llenar nuestro desayuno de arena, pero a ella eso parece no importarle, de hecho es como si no nos hubiera escuchado. De pronto nos pregunta con quién vinimos, como si también fuésemos niños… Respondemos que vinimos solos, y a eso responde preguntando ¿y en que se van a regresar?. Obviamente, en moto, es nuestra respuesta, pero ella no lo puede creer y hace la mirada más incrédula que hemos visto en nuestras vidas…
Regresamos al hotel para preparar nuestras cosas y subirlas a Suzuki, yo aprovecho para darle un rápido baño con agua dulce, pues sin duda le hace falta luego de tantos días expuesta al salitre. Antes de partir, tenemos el último contacto con ésta la última playa del viaje, Ruth recoge un poco de arena y queda pendiente recoger un poco de las otras playas donde dejamos un poco de nosotros… Caminando de nuevo al hotel, vemos unos niños jugando con un cangrejo. Usan una vara para torturarlo, y le han sacado los ojos, además de que le han mutilado varias de sus extremidades. Molestos nos acercamos, Ruth no resiste y les llama la atención por su acción, pues si sus padres no le dan importancia a ese acto de violencia y maltrato, al menos ella no se quedará callada. Yo la apoyo y entonces ya estamos listos para partir… Al calentar a Suzuki un niño escondido detrás de la escalera del hotel nos observa. Ruth se percata de su mirada y me lo hace saber, es algo tímido pues apenas se da cuenta de que lo estamos mirando y se esconde, pero trata de observarnos todo el tiempo posible. Ya cuando meto primera y avanzamos unos cuantos centímetros, le decimos adiós con la mano y emocionado sale de su escondite y sonriendo muy feliz nos dice adiós. Un auténtico contraste de este niño de buen corazón, comparado con los niños que antes torturaban un cangrejo.
Tomamos de nueva cuenta la carretera hasta el entronque con la carretera Tepic – Mazatlán. El verdor del campo ahora es mucho más intenso que ayer por la tarde; ignoro lo que se cultiva por aquí, pero vaya que cautiva la vista. Algunos perros y dos rancheros controlan varias vacas que caminan junto a la carretera, pero de cualquier modo, al aproximarnos reduzco la velocidad por precaución, pero veo el espejo y un par de camionetas no hacen lo mismo, solo cambian de carril y pasan a toda velocidad; un acto de total imprudencia que bien pudo ocasionar un accidente…
Más adelante, a otro motociclista se le cae su gorra. No soy quien para juzgarlo, pero él al igual que todos los de la región, y creo que de casi cualquier población costera del país, casi nunca usan casco. Talvez, usar casco integral diariamente sea una tortura, pero creo que hay cascos especiales para este clima, que brindan el mínimo de protección en caso de caída o accidente. Llegamos a Tecuala y como ya teníamos calor y bastante sed, decidimos buscar algo de tomar, y yo busco un establecimiento donde conseguir coco, pues ayer por la tarde los había visto. En el primero que nos encontramos llegamos e incluso nos dejan meter a Suzuki. Disfrutamos de horchata de coco y de un vaso de tres frutas. Exquisitas delicias para calmar el calor, que bien podría saborear cada semana o más seguido.
Dejamos atrás Tecuala y también Acaponeta rodando de nuevo por la carretera internacional, y entonces entramos a Sinaloa. El calor es excesivo, realmente sofocante; creo que aumenta considerablemente conforme vamos avanzando, y además el sol al subir con cada minuto, también quema un poco mas… Esta carretera ya la he rodado antes, es recta, medio aburrida, sólo voy atento a los automóviles y lo que rescata este tramo son los motociclistas que vienen de regreso de Mazatlán, y que casi todos saludan, probablemente contagiados por el espíritu de hermandad emanado en la Semana Internacional de la Moto, a la cual a Ruth le gustaría asistir, ver a los distintos tipos de motociclistas y sus motos, pero yo, por cuestiones personales prefiero dejar este evento para un futuro y aprovechar para conocer Copala.
En Escuinapa nos detenemos a sacar dinero del cajero. Ahí, sin avanzar y con las chamarras puestas, el calor es fulminante. Aprovechamos para estar el máximo tiempo posible dentro del cajero, bajo los dominios del aire acondicionado, y rápidamente emprendemos la huida, sin ni siquiera detenernos unos segundos para tomar foto de la Presidencia Municipal, que la verdad tiene un aspecto bastante llamativo. Dejamos atrás Escuinapa, y como en casi toda la rodada, al pasar por cualquier pueblo donde disminuimos la velocidad, ya sea por topes o por respeto, aprovechamos para ponernos de pie sobre los posa-pie y así descansar un poco sin detenernos.
Al pasar por Rosario tenemos demasiada hambre, pero solo nos detenemos a comprar bebidas y preferimos avanzar hasta Concordia, donde seguramente encontraremos buenas opciones, además posiblemente ahí hará menos calor. En la gasolinera donde nos detenemos hay una pareja de motociclistas en su Spyder. Es una gran moto/trike que solamente había visto una vez, en las calles de Durango, pero así tan cerca nunca, así que sin timidez me acerco para tomar al menos una foto y charlar un poco con sus tripulantes, que vienen desde Guadalajara y van rápidamente a dar una vuelta a Mazatlán. Me despido deseándoles buen viaje y ya cuando estamos por arrancar nosotros, ellos encienden su motor con un sonido bastante grave, algo ronco y fuerte. Definitivamente es adictivo y debe ser una delicia rodar con él.
Continuamos rodando, por momentos pareciera que fuéramos en un gran desierto verde, no tan vivo pero verde aún, que sin duda florecerá con las primeras lluvias del verano. Entre la soledad de la que disfrutamos acompañados por numerosos vehículos, de pronto una camioneta se viene acercando desde lejos, no viene tan rápido, de hecho apenas viene un poco más veloz que nosotros. Ya cuando está a una distancia prudente de nosotros, aguarda el espacio correcto antes de rebasarnos. Aunque la carretera es principalmente recta, de pronto suaves curvas, subidas y bajadas no le permiten observar el panorama. Paciente aguarda, jamás se acerca leyendo placa o queriendo rebasar agresivamente echando lámina, como sería lo mas común en estos casos. Veo que está perdiendo demasiado tiempo detrás de nosotros, así que en cuanto veo un espacio libre, me orillo a la derecha, prendo la direccional izquierda y cierro ligeramente el acelerador. El responde haciendo el rebase y justo al pasar junto a nosotros suena el cláxon y el copiloto nos saluda con la mano. Un gran viajero sin duda, además posiblemente es una persona bastante amable.
Los kilómetros pasan, recuerdo hace casi un año con el acelerador a fondo tratando de alcanzar a Stephen sobre su KLR650, pero ahora solamente vamos a ritmos de 100 a 110km/hr, dejando a Suzuki devorar millas y llevarnos de nueva cuenta a mi carretera favorita, tomándola desde el entronque de Villa Unión. En el retén de soldados nos dejan pasar y feliz, sintiéndome ya casi en casa, continuamos suavemente rumbo a Concordia.
Curvas conocidas, las más suaves de la carretera Mazatlán – Durango. Son suaves pero rápidas y que en un descuido si las tomas a exceso de velocidad podrían sacarte sin dudarlo. Falta poco para llegar a Concordia, pero veo un lugar con bastantes artesanías que tantas veces he visto y donde jamás me he detenido. Decido llegar ahí para avisar por mensaje a Julio de nuestra ubicación, pues hace horas que no lo hacía, también Ruth gusta de observar la artesanía de la región, pero en algún momento me demoro demasiado en prepararme para continuar y ella se molesta. Creo que es por el excesivo calor que está en su máximo apogeo. Llegamos a Concordia y aunque anteriormente ahí comía tacos en un restaurante sobre la carretera, ese mismo lugar adonde llegamos Mendía, Almighty y yo hace poco más de un año, esta vez ignoro lo que podríamos comer, así que solamente nos dirigimos al centro. Encontramos casi todos los locales cerrados, por el calor parece que la ciudad a esta hora (casi las cuatro de la tarde) está durmiendo…
Calles confusas, con sentidos no muy bien definidos, y otras cerradas que nos complican bastante. Vemos sitios de sushi, otros de pizza, pero decidimos llegar a un puesto junto a la plaza donde venden ceviche. Pedimos dos órdenes de ceviche de camarón y aunque nos quedamos con ganas de dos frías cervezas, un par de Toni-Col nos refrescan de momento. Desde donde estamos se ve la Presidencia Municipal, que es idéntica a la de Escuinapa pero, por el calor y el fuerte sol no buscamos un buen ángulo de la misma para una foto… Hace años conocí en este mismo lugar, durante mi primer viaje a Mazatlán cuando aún era un niño, los míticos raspados de Concordia. A media cuadra de donde comimos hay un local que los ofrece. Preguntando llegamos y resulta ser exactamente el mismo de hace unos veinte años, aún con esos recortes de los artistas de moda en aquel entonces. El aspecto del lugar no ha cambiado para nada, juraría que la señora que atiende tampoco ha cambiado con el tiempo, pero mi memoria no es tan buena.
La plaza, el sonido de las aves, la agradable sombra de estos árboles, tu compañía y estos raspados hicieron de este momento una delicia. Simplemente creo que cualquier viajero que pase por aquí tiene que pararse a disfrutar estos buenos raspados (Refresquería “Teresita”), que se encuentran en una contra-esquina de la plaza principal de Concordia, Sinaloa. Después de ver como un niño maleducado maltratara a su pequeño perro, nos molestamos con sus padres por la irresponsabilidad de regalarle ese indefenso animal, luego nos retiramos y continuamos nuestro camino a Copala, no sin antes llenar el tanque de gasolina.
Una buena dosis de curvas, no las mejores de esta carretera, pero si lo suficientemente buenas como para quitarse el tedio del tramo de Acaponeta a Villa Unión nos invitan a acelerar, deslizarnos suavemente entre curva y curva, sin cruzarse la raya, simplemente aprovechando cada curva tal cual fue trazada y así mientras avanzamos refrescarnos un poco con el clima de la montaña. Por eso, como un suspiro se nos pasan los veinticinco kilómetros que separan a Copala de Concordia. Vía mensaje de celular, Julio nos había informado de los dos únicos hoteles que pudo encontrar en internet. En Concordia estuvimos hablando a ambos, pero en el más caro, y donde además no tenían estacionamiento para Suzuki, nos dijeron que eran la única opción. Así que nos fuimos naturalmente por el más económico y al llegar vimos que era bastante seguro. Al parecer no había muchos huéspedes, y de pronto las instalaciones dan una leve impresión de estar abandonadas, pero apenas fuimos recibidos, nos dirigimos a nuestro cuarto y nos agradó bastante. Recuerdos en forma de imágenes colgados de la pared revivían tiempos pasados, seguramente de los orígenes de este lugar. Un largo y peculiar pasillo nos conduce hasta nuestra habitación, y pese al cansancio, apenas dejamos las cosas, admiramos el especial ambiente que crean los rayos de sol filtrados a través de la ventana y nos salimos a explorar ese pasillo, que nos lleva a una sala de lectura. También hay otra sala para reuniones o pequeñas fiestas. El ambiente es silencioso pero abundante de naturaleza, y aunque parezca precipitado, podemos asegurar que Copala es un sitio ideal para perderse, reflexionar, crear, encontrarse… Éste es el Hotel Daniels.
Salimos al estacionamiento, Ruth graba imágenes y sonidos de la naturaleza y nos vamos a conocer el pueblo. Apenas saliendo del hotel hay una pareja de ancianos que disfrutan de la tarde. Con una sonrisa en el rostro y un gran trato nos dicen como llegar a la plaza principal. Nos desean una buena tarde y nos quedamos con las ganas de tomarles un retrato, pero esperamos que no sea la última vez que los veamos. Un pueblo verdaderamente mágico nos recibe. Casas pintorescas sin orden dictado, simplemente está así por la elección de sus habitantes con total libertad; calles empedradas que parecen formar una sola con muchas ramificaciones, como un gran ente. Personas alegres, con mucha vitalidad y que viven sin temores. Encontramos una pequeña y acogedora plaza, y frente a ella, una gran iglesia que destaca en este pueblo que alguna vez fue minero. Decidimos detenernos cerca del templo, y ya casi para llegar, en los últimos metros una niña emocionada persigue con un susurro de ilusión el foco trasero de Suzuki, nos percatamos de ello y nos hubiese gustado grabarlo en video, pero las mejores cosas de la vida suceden así, sin avisar. La niña deja de correr detrás de la estela roja justo cuando llega a una tienda, se interna en ella y compra la leche y el pan para la cena de hoy.
Los sonidos de la vida, en este día tan especial para nosotros nos envuelven. Es especial por el simple hecho de estar aquí. Sólo lamentamos que no podremos permanecer mucho tiempo, así que simplemente tratamos de guardar silencio y de que Copala nos hable, pero como nunca falta la piedra en los frijoles, una canción típica de quinceañera o boda (ignoro el título), arruina el sonido cuando estamos grabando unas imágenes en la plaza.
Pese a la buena comida de Concordia, el hambre rápidamente me atrapa de nuevo y propongo ir a un lugar donde vimos un letrero anunciando “Pay de plátano”. Tres rebanadas pedimos solamente, y regresamos a la plaza para conseguir unos yogurt para beber y así disfrutar una rica cena. El pay de plátano que pudimos conseguir en una casa donde también venden pizza los domingos, es exquisito. Nunca habíamos probado algo así, simplemente creo que es una cosa que debes saborear alguna vez en tu vida. Este lugar está unas dos cuadras antes de llegar a la plaza, del lado izquierdo de la calle. Mientras comemos, Ruth le pide a una señora un retrato, y después, en base a un letrero en la plaza, corroboramos nuestra impresión sobre Copala, pues para Sri. Chinimoy este pueblo es una Flor de Paz.
Regresamos al hotel, donde ahora sí vemos movimiento, pues algunos trabajadores de una compañía constructora que seguramente laboran en la supercarretera Durango – Mazatlán acaban de llegar y hacen algo de ruido, pero este se aísla casi por completo una vez dentro de la habitación. Plácidamente descansamos con el arrullo de la noche silenciosa, solamente acompañada por el distante sonido de los trailers que ocasionalmente pasan por la carretera.
Distancia recorrida este día: 211km
©Aarón Martínez, Todos los derechos reservados
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Primis….haber si asi ya se animan a comentar.
a ver, a ver si así… esta vez tuviste fácil el primis
Ahí está la urna para las limosnas Motoso, casi aceptan MasterCard y Visa jaja
Se requiere más que eso, en verdad es aun mucho más (como el gusto por la lectura)
Muy bueno, como siempre, que pena que seguramente ya solo quede un día, ¿verdad?. Supongo que paras muy a menudo porque 211 km en un día me parecen pocos, pero entiendo que yendo dos en la suzuki no creo que pueda ir muy recio. Saludos desde Qro, nos vemos en el camino.
Pues ciertamente si teníamos muchas paradas durante todo el viaje, y este día en particular creo así fue. Para empezar, apenas a unos kilómetros de haber empezado nos detuvimos a tomar horchata de coco. Luego, nos detuvimos una vez a cargar gasolina, después a buscar algo de tomar, luego en un cajero automático, más adelante en unas artesanías, después a comer y en el mismo pueblo estuvimos en una placita disfrutando unos ricos raspados.
Yendo los dos y cargados a tope de equipaje, Suzuki puede circular a 90km/hr sin problemas en plano, pero de cualquier modo creo que la principal dificultad es la incomodidad por el reducido espacio… De cualquier modo, este viaje nunca lo vimos con el objetivo de rodar muchos kilómetros por día, sino todo lo contrario, y disfrutar y conocer lo máximo posible día a día sin importar las distancias…
Saludos Polo y gracias por tu comentario!
Como siempre, un buen relato y excelentes fotos. Ya nos tienes acostumbrados a eso.
Saludos desde Reynosa.
macnifico
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Muchas gracias Macnifico!!! Saludos!
Ese lujo poco común venia en un remolque? Perdón por preguntar esto, pero se ve altamente limpio, vela figura de las llantas? No se ven nada sucias, me había gustado una foto de ese vehículo y de tu Suzuki DR200.
Los niños.. ijole un reflejo de que la educación se mama, es de casa pues, seguro es que no saben que hacían o que no tenían conocimiento pleno se su actitud ante un ser humano indefenso, por otro lado siempre he pensado que los niños son el futuro de México y si no me crees mira ahora a todas esas personas que decapitan, que meten en tambos de acido a otras personas “algún día fueron niños”
No sé porque pero ese niño que sale de su escondite como que siento que eres tú jaja ósea su forma de actuar, no sé si me doy a entender.
Y casi al final de relato los recuerdos regresa, recuerdo de quedarme sin gasolina, recuerdo de comer, recuerdo de querer pasar a degustar esas nieves y por miedo a rodar de noche no nos quedamos aquella ocasión.
Aquí es donde se justifica eso de que NO importa cuántas veces te pongas a rodar por una misma ruta, es tan válido como echarte a la aventura de lo desconocido y mira te das el tiempo para descubrir cosas nuevas y esto acredita la justificación.
Claro que no, el Spyder venía rodando sobre sus propias ruedas. Sí se veía limpísimo, probablemente había sido lavado justo antes de iniciar la rodada… Estábamos un poco lejos como para acercar a Suzuki y tomarles foto a ambas máquinas, y contrastar.
achis achis cual ser humano indefenso? jaja, imagina que desde niños se divirtieran sacándole los ojos a otros humanos? :S Muy cierto lo que dices, las personas que están hoy en día haciendo actos crueles y sanguinarios algún día fueron niños, pero, ¿qué los llevó hasta donde están hoy? Para mí que la proliferación de la cultura del dinero, de la importancia que se le da al poder, al que resalta más lo que tienes, y no lo que eres… Fuera de la educación, cultura, etc., pues igual hay pueblos muy alejados de la sierra, con comunidades indígenas donde la educación no supera mas allá de lo que es tradicional en su cultura, con altísimos valores, y donde muy probablemente el dinero aún no cobra la importancia que le damos la mayoría de las personas que vivimos en “civilización”…
jaja bien podría ser que el niño escondido fuese yo, muy ciertamente!
Pues ya andábamos medio cansados, desvelados y nos faltaba mucho camino por delante, a ti mucho más… pues ojalá tengamos otra ocasión para disfrutar de los raspados de Concordia, y espero esta vez no se nos termine la gasolina…
Bien creo que entre el drs blogs y MRM solo me va a faltar comentar el capitulo final de esta odisea, ya vi la urna de las limosnas…muy internacional jeje. aun asi me gusta que esta vez han hecho un trabajo muy completo tomando fotos de interes, mezclando estilos y detalles que tal vez no eran tan propios de ustedes.
El Can-Am es espectacular, el frente es un gran baul y hay una version touring que incorpora mas maletas en la parte posterior, el unico pero para mi son las tres llantas que lo limitan en el trafico y pues para su costo puedes conseguir otra moto turista o deportiva de mayores prestaciones que si pueda ratonear…no me mal interpreten pero supongo habra gente que no te respete y no tienes la maniobrabilidad de una moto…aunque lo mejor seria escuchar la experiencia de un propietario, aqui en Guanajuato me los he topado un par de veces en ruta y corren, curvean y se escuchan de lujo.
Saludos Durango.
Tienes razón Motoso, no me había dado cuenta de ello, pero este día hubo playa, mar, iglesias, retratos, fotos de plazas y placas… también hay algo de tus perspectivas en este relato!
Esas trimotos invertidas de verdad son un espectáculo, pero así como aún lo son las motos para muchísimas personas, que apenas y se adaptan a nuestra presencia, creo que como bien dices dará mas tiempo para que el resto de los conductores identifique y clasifique correctamente a los Can-Am… Aparatos medio extraños, quien sabe como se sentirá curvear con ellos, pero seguro puedes pasar las curvas mas rápido por el agarre extra y la estabilidad de 3 llantas…
Saludos Motoso! ya está la última parte en línea…
Un muy personal comentario: No le veo mucho caso a una trike. Ocupas el ancho de un auto pequeño, y la razón principal y muy personal por la cual ando en dos ruedas, es precisamente para avanzar rápidamente en nuestras cada vez más congestionadas ciudades.
Pero, bueno… Los dueños de trikes también deben de tener sus muy personales razones. 🙂
Saludos desde Reynosa.
macnifico
…
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Totalmente de acuerdo con tu comentario personal de ti de tu pensamiento jojojo O_o