Sayulita – San Blas
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¿Adónde vamos? ¿Hasta donde seguiremos el día de hoy? Avanzar es lo único cierto, el único objetivo que nos preocupa, pues los días terminan y debemos administrar de la mejor manera nuestro tiempo, para a la vez tener algún margen por cualquier contingencia y conocer el máximo de sitios posibles…
Ayer nos salimos a la hora marcada como límite para usar la alberca, así que hoy queremos también aprovechar la mañana para tal fin, pero finalmente, y viendo el tiempo que nos queda antes de entregar la habitación, decidimos tomar un buen desayuno en el hotel antes de partir. Así que disfrutamos de una buena cantidad de fruta entre sandía y papaya, la cual acompañamos con galletas y un buen café para despertar. Las administradores del hotel Diamante, dos personas realmente amables, estaban ocupadas charlando con algunos amigos, huéspedes posiblemente. Nosotros mientras vamos subiendo las cosas a Suzuki y ya cuando nos despedimos ellos nos desean mucha suerte, además nos recomiendan que tengamos demasiado cuidado, pues el señor el día anterior, mientras viajaba por carretera, tuvo la mala suerte de ver un motociclista accidentado. Le agradecemos los consejos y les dejo una tarjeta de MotoRutaMexico.com para que nos visiten y se vean en esa página…
Bien hidratados comenzamos a rodar dejando atrás este pueblo, con la promesa interna de regresar algún día. Ya cuando estamos por tomar la carretera Puerto Vallarta – Tepic, vemos que pasan muchos automóviles, especialmente en la dirección a Vallarta, pero también vemos que justo van entrando varias patrullas de la policía a Sayulita. Desconocemos el motivo, pero esperamos que no sea nada grave, pues es un pueblo que vive en completa paz y donde al parecer nadie le hace daño a otros. En el sentido que vamos nosotros no hay casi tráfico, pero en el contrario sí, pues se ven largas filas de autos detrás de camiones o trailers; la carretera tiene muchas curvas, pero no son demasiado cerradas. Yo solamente trato de ir atento y tener cuidado, y cuando vamos tomando una curva a la derecha de pronto vemos que sobre nuestro carril viene en contra un automóvil… afortunadamente nosotros no vamos demasiado rápido, y el automóvil ya casi termina de rebasar a un camión, así que solamente me orillo a la derecha, él titubea su dirección pero acelera un poco más y así nos salvamos de cualquier percance… Todo pasó en una fracción de segundo, creo que actué ágil y correctamente, y así alerta continúo por algunos metros hasta después del incidente, pero entonces me percato de lo sucedido, me pongo un poco nervioso y con urgencia busco algún lugar donde detenernos… El susto es enorme, siento mi corazón latir fuerte al pensar en las posibles consecuencias; Ruth y yo hablamos de lo sucedido, nos damos cuenta de la falta de responsabilidad o sentido común del automovilista, y concluimos que de haber ido nosotros un poco más rápido, en una moto de mayor cilindrada, las posibilidades de colisión hubieran aumentado considerablemente…
Le mando mensajes a Almighty informando sobre lo sucedido y le recomiendo que ya sea mas precavido al conducir, a lo que el dice que así lo hará… Ya un poco más tranquilos, y después de ver pasar varios motociclistas, incluyendo unos BMW’s que ni siquiera voltearon a vernos, decidimos continuar rumbo al cercano destino de hoy: San Blas, pero entonces me doy cuenta que la llanta trasera está ponchada, justo lo que tocaba para los hechos que se van sucediendo hoy, así que con un ¡no perdamos la calma! dicho de un modo totalmente alterado, trato de infundirme tranquilidad y de paso le contagio mi nerviosismo a Ruth… La pequeña bomba que tenemos posiblemente no será suficiente para inflarla, además creo que no nos hace falta demasiado para llegar a Guayabitos, así que decidimos continuar así a un paso seguro, y en menos de veinte kilómetros llegamos a una gasolinera donde podemos revisar la presión, echar aire y encontramos la causa de la ponchadura, una espina que se ha encajado, seguramente antier, cuando antes de llegar a Sayulita, atasqué a Suzuki en un pequeño banco de arena con ramas… Creo que el gel Slime no hizo efecto, o que simplemente no sirvió en este caso, vemos varios motociclistas chopper que estaban detenidos frente a la gasolinera en un restaurante, ya van de salida y seguramente se dirigen a la Semana Internacional de la Moto en Mazatlán. No quiero arriesgarme a quitar la espina y que pierda totalmente la presión la llanta, así que preguntamos por la desponchadora más cercana, y hacia allá vamos.
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Al llegar, el señor que atiende nos informa que si la puede desponchar, pero requiere que nosotros quitemos la llanta de Suzuki, así que solamente le pido algo que nos pueda servir de soporte en tal labor y nos ponemos en manos a la obra. Acercamos un banco de acero, algunos perfiles metálicos, un ladrillo, trozos de madera y con ellos, tratamos de elevar a Suzuki para poder extraer la llanta trasera con facilidad. Las maniobras son torpes, nunca habíamos realizado esta operación, pero poco a poco, y con algo de maña lo logramos, y ahora sí, desestimando un poco la compañía que nos ofrece un señor que antes platicaba con el dueño del lugar, nos disponemos a quitar el eje, cadena y freno trasero. Me doy cuenta que son muchas piezas, entonces tratamos de poner todo sobre la funda de herramientas de Suzuki, para así no tener pérdidas. Ruth se da cuenta que es una ventaja que esto sucede hoy, justo cuando no teníamos planeado recorrer demasiados kilómetros, yo resalto que sucedió cerca de un lugar donde pudimos obtener ayuda (gasolinera y desponchadora). Mientras aflojo tuercas y quito tornillos, Ruth va documentando todo en video, por si al momento de armar no encontramos donde va alguna pieza, poder revisar lo realizado y así tomar una buena decisión. Después de quitar el protector de cadena, y justo al quitar la misma, viene la parte cuchicuchesca, sacar el eje y retirar la rueda…
Yo trato de hacer todo lo más rápido posible, pero a veces desespero a Ruth pues no le doy oportunidad de grabar correctamente o la incomodo, así que eso crea ciertos momentos de tensión, pero ambos sabemos el objetivo y simplemente tratamos de sacar esto adelante con el mejor humor posible… La verdad todo se dificulta bastante por el hecho de que Suzuki no tiene las patas traseras para descansar la moto, sino solamente la lateral… El desponchador se da cuenta de que la cámara no está ponchada, la revisa una y otra vez, pero simplemente no encuentra ningún orificio, hasta llegar al punto de preguntarnos si estamos seguros de que la llanta ponchada era la trasera, y no la delantera… Me ofendo un poco, pero entonces recuerdo el gel Slime y creo que finalmente si ha realizado su trabajo. Una nueva revisión en busca de burbujas y después de una llamada de mi amigo Jorge González, procedemos a montar la llanta. Le comentamos al desponchador que hay una pieza que, mientras quitábamos la llanta, salió disparada y no supimos de donde, así que ahora no sabemos donde colocarla… Se la mostramos, y ya nos dijo que es del freno trasero, pues el tiene una moto Italika y alguna vez tuvo que desponchar su llanta trasera, así que se ofreció a ayudarnos para armar la llanta de nuevo en su lugar. Siempre es extraño ver una moto sin una de sus llantas, pues pierde gran parte de su vista, pero gracias a la ayuda de este señor, rápidamente tuvimos de regreso a Suzuki en su estado original…
Con las manos sucias, asoleados, cansados, un poco debilitados y así por el estilo, continuamos nuestro viaje, que a partir de este momento no puede hacer otra cosa mas que mejorar… La carretera continua recta principalmente, por un gran llano de abundante vegetación, aunque predominan los campos de cultivo de sandía y se siguen viendo varios puestos de fruta donde aún se ofrece la yaka. Aunque la rodada de hoy es relativamente corta, casi no hemos avanzado y ya se nos fue buena parte del día, así que procuramos avanzar lo máximo posible, solo acelerar, concentrarnos en el camino y seguir avanzando. Ocasionalmente hay motociclistas que van en el mismo rumbo que nosotros, nos rebasan pues todos van en motos mas grandes. Voy atento a la desviación que debemos tomar para salir a San Blas de manera directa, la cual se encuentra en Las Varas. Al llegar a esta pequeña ciudad, vamos preguntando en los semáforos por la desviación, pero donde debimos tomarla nos pasamos, así que en un taller con una gran sombra damos una vuelta para regresar, pero hago un movimiento extraño y me siento un poco mal, creo que el calor, el sobresalto del casi-choque, la energía gastada con el cambio de la llanta y el escaso desayuno me tienen un poco débil y mareado, así que creo que es imperante encontrar un lugar donde comer.
Lo primero que veo es el restaurante Rosita, al parecer pertenece a un hotel. No me da mucha confianza, pues en mi experiencia los restaurantes de los hoteles no son tan buenos, pero de cualquier modo el lugar se ve abarrotado, principalmente por gente que parece de la región, así que eso es un excelente indicativo. Pedimos un par de quesadillas y agua de horchata, pero antes de servirnos, nos ofrecen una rebanada de queso fresco de la región, con las respectivas tostadas, salsas y limones. Otra señal más de que este es un buen lugar. En poco tiempo llega lo que hemos pedido, y de verdad que fue excelente. Por ser vegetarianos, muchas veces batallamos para encontrar variedad de alimentos, sobre todo en poblaciones pequeñas; aquí no fue la excepción, pero estas quesadillas vaya que son de lo mejor que hemos probado en este viaje. Además, sobre la mesa hay unos promocionales de nieve de la región, vemos que una de ellas es de elote en su cáscara, así que eso pedimos y también nos llevamos una buena sorpresa, con un empaque moderno pero producido completamente en la industria local. Un precio módico, buen sabor, buen acompañamiento, buena bebida y en el momento oportuno en que lo requerimos…
Ya por salir, nos estamos poniendo los cascos y de pronto escucho una voz infantil, va dirigida hacia mí y es un niño que se acerca para saludarnos. Es bastante listo y muy atrevido, nos menciona nuestros cascos, nos pregunta a donde vamos y pese a que no le entendemos casi, nos hace saber que el no va a ningún lugar. Es muy despierto, se emociona solo de platicar con nosotros y se llama Axel, nos presentamos y nos despedimos, aún de lejos nos hace la señal de amor y paz… No sabemos si algún día lo volveremos a ver, pero al menos por hoy coincidimos.
Amplios campos nos reciben en esta no tan transitada carretera Las Varas – San Blas. No sabemos que esperar, es una ruta completamente nueva y no creo que sea frecuentada por muchos turistas, pues no es el acceso principal a San Blas. Casi no hay señalamiento, abundan los baches, pero eso no importa, pues andamos a ritmo tranquilo, somos cuidadosos y andamos en una doble propósito, así que simplemente nos concentramos en disfrutar los kilómetros.
Pasamos Zacualpan, y un poco más adelante, en San Isidro, encontramos puestos de frutas que le dan un tono pintoresco y mágico al pueblo. Seguramente tienen algunas deficiencias de servicios, pero ese lugar es a la vez único y especial como él mismo, al igual que tantos de las zonas tropicales de nuestro México. Continuamos avanzando y pasamos por Ixtapa, siempre acompañados por grandes valles verdes que esconden una inmensa vida que desgraciadamente, los humanos nos empeñamos en destruir poco a poco, cada vez mas rápido. Grandes árboles que generosos cubren con sombra la carretera, perros, automovilistas corteses, aromas nuevos como el intenso tamarindo… El mar de pronto hace su aparición y vemos algunos desarrollos turísticos. Se trata de Platanitos. Ahí nos detenemos a una escala técnica y aprovechamos para averiguar con un vendedor de ostión sobre ese lugar; nos comenta que principalmente está habitado por estadounidenses, nos pregunta por nuestro destino y aprovecha para recomendarnos un hotel en San Blas.
A partir de aquí la carretera tiene muy buenas curvas, nada cerradas, que a paso tranquilo vamos disfrutando mientras nos contagiamos de la magia de la Riviera Nayarit, un sitio con gran potencial turístico pero que en mi opinión, lo ideal sería que fuera principalmente aprovechado por la gente del lugar, organizada en cooperativas y/o con apoyo del gobierno. Creo que no sería justo llenar este paraíso de desarrollos turísticos transnacionales que solo dejarán empleos mal pagados a las personas del lugar.
La magia continúa, al igual que las buenas curvas, hasta llegar a un pueblo donde varias personas a la orilla de la carretera venden fruta, incluyendo la yaka. Pasamos tranquilamente, respetando a los habitantes, y nos detenemos en un puesto para preguntar si tienen yaka en almíbar para llevar, pues me gustaría compartirla en nuestras casas. Ahí nos dicen que ellos no tienen, pero nos indican de otro puesto, al que vamos y rápidamente nos ofrecen la yaka en almíbar, mermelada y fresca. Llevamos dos frascos en almíbar y Ruth aprovecha para disfrutar un poco más de yaka fresca. Yo aún estoy un poco resentido del estómago, así que prefiero no probarla por esta ocasión… La señora que nos atiende nos pregunta por nuestro viaje, se sorprende y nos felicita por disfrutar de este modo nuestro tiempo, además, nos recomienda tener cuidado en San Blas, pues al parecer últimamente no ha estado muy tranquilo. Le agradecemos y continuamos nuestro viaje.
Un poco más adelante llegamos a un entronque, el cual a la derecha nos llevaría a Tepic, pero nosotros damos vuelta a la izquierda, rumbo a San Blas. De nueva cuenta el mar vuelve a hacer su aparición y la Riviera Nayarit nos dice que debimos destinarle mas tiempo a esta zona. Hay varios establecimientos donde se puede acampar de una manera segura y cómoda junto al mar, también hay pequeños y económicos hoteles, la universidad local ofrece carreras no tan comunes al menos para nosotros, como es la de ingeniero pesquero; nos encontramos el cocodrilario Kiekari, árboles parecidos a los ents, etc. Definitivamente es un sitio que debe ser aprovechado de manera sustentable por la gente de la región, adecuadamente asesorados. De plano le propuse a Ruth quedarnos en Aticama, pero al final el sentido común ganó, y de por si San Blas es un lugar al que desde hace años quería ir, así que con el sol cayendo y con los manglares recibiéndonos, llegamos a nuestro destino por hoy. Cruzamos un puente y vamos pasando por varios puestos de comerciantes, voy atento para distinguir el hotel Quinta Sierra. Nos detenemos un poco adelante y dudo un poco sobre si llegar ahí o no, no tiene demasiado buen aspecto, pero si ya nos lo habían recomendado no debe haber problema. De cualquier modo, al llegar con el administrador, le pedimos nos muestre una habitación y es así como nos decidimos… Instalaciones sencillas pero aparentemente limpias nos reciben, aire acondicionado y televisión por un precio bastante contenido, con el añadido de pájaros volando a través del pasillo principal…
Descansamos un poco y nos vamos a buscar la playa… Hay letreros pero aún así vamos preguntando frecuentemente, pues tenemos que dar varias vueltas y en una de esas hay una parte que al parecer es de donde salen varias lanchas, es una especie de laguna que me llama demasiado la atención. No sabemos que esperar de la playa, pues esta laguna ya es el mar pero aún no se ve la playa. Continuamos por calles, vemos unas instalaciones de la Armada Marina y finalmente, en el recorrido que parecía ser el mas corto de este viaje, hemos llegado un poco noche a la playa. Hay muchos restaurantes, ahí puede uno estacionarse pero se tiene que pasar caminando para entrar a la playa.
Acercamos a Suzuki lo máximo posible a la playa junto a un restaurante, y entonces nos vamos a disfrutar del delicioso atardecer que nos ofrece el muelle de San Blas. Incluso hay una gran barra de rocas, que se parece bastante a la que se hizo famosa en aquel video del grupo Maná. Arena con una textura nueva para nosotros, es muy suave y al pisarla se deforma de un modo algo chicloso o como si debajo de ella hubiese otra capa de agua. Es bastante extraño, pero es muy confortable y se siente muy bien al caminar. Dejamos nuestros pies al agua de mar, mientras los mosquitos felices nos devoran. Desgraciadamente no consideramos traer repelente, pero llega el punto donde ya no soporto y preferimos retirarnos de ahí, pues realmente llegan a ser demasiados mosquitos.
Regresamos con Suzuki, comencé a tratar de sacarla de la arena donde la había dejado, pero es demasiado fina, es una capa muy grande y mientras mas acelero, se hunde más. Además, si me bajo y la empujo mientras acelero, si avanza pero no da vuelta en la dirección que giro el manubrio. Es frustrante y, por si fuera poco, los mosquitos cada vez me atacan mas ferozmente. Llego a desesperarme y le pido ayuda a Ruth, así que rápidamente viene, y ya empujando entre los dos logramos sacarla hasta ponerla en un sitio firme, junto a un restaurante… Nos acercamos con un señor que prendió un fuego que mas bien arroja humo, para combatir a los mosquitos. Nos platica que el motivo de que haya tantos mosquitos es porque casi no ha habido viento en estos días, de hecho tiene poco que están tan agresivos. Lo que está quemando es un coco seco, el cual arroja gran cantidad de humo, y al parecer si cumple su función de alejar los mosquitos, pero de cualquier modo las personas además de humo, procuran usar también repelente.
Vamos a buscar algo de cenar, así que nos dirigimos al centro sin saber muy bien lo que nos podríamos encontrar y en el camino, una señora en bicicleta nos ofrece alojamiento en su hotel. Las calles son muy agradables, tranquilas pero con varios automóviles y muchas bicicletas, siempre hay movimiento. No se ven casi turistas extranjeros, más bien locales y nacionales. La plaza se ve muy bonita, con bastante gente, y nos detenemos en un lugar donde hay dos o tres restaurantes. Nos decidimos por uno y desde que me siento, no puedo dejar de rascarme los piquetes de moscos, afortunadamente aquí apenas y hay uno o dos mosquitos, los cuales no representan mayor amenaza y además la mesera prende unos raidolitos cerca de nosotros… Disfrutamos de una rica ensalada de verduras, suficiente para nutrirnos adecuadamente, sobre todo en mi caso, que aún no estoy del todo repuesto de mi estómago. También tomamos unas buenas cervezas, y algo curioso: para llegar al baño hay que pasar por un patio que está lleno de artesanía. Este patio sirve de comunicación entre varios locales comerciales, algunos de ropa, artesanía, etc.
Paleterías, ropa, agradables cafés y restaurantes, niños jugando fútbol en la plaza, dulces, botana, juguetes, artesanía de barro y madera, candelabros, una iglesia derruida que data de 1818 y otra más reciente justo a su lado, bicicletas de casi todos los estilos y antigüedades, recuerdos del pasado heróico, aquellos náufragos del sexenio de ¿Fox?, La Tovara, La Contaduría, la Leyenda de la Loca del Muelle de San Blas, el ciclón Kena, una invitación a la feria que se celebra cada 3 de febrero, pero sobre todo, de San Blas nos llevamos el gran momento pasado conversando con un grupo de amigos que junto a un puesto de elotes departían alegremente. Nos compartieron un poco de su noche y de su gran entusiasmo, alegres nos contaron de muchos detalles de la vida de este puerto, algunas bromas, anécdotas… De verdad por personas como éstas dan ganas de regresar a San Blas, que posiblemente sea el mejor destino de este viaje, si no fuera por los mosquitos… Despidiéndonos de estos amigos, y pasando unos últimos momentos en una banca de la plaza, nos retiramos a descansar.
Distancia recorrida este día: 119km
©Aarón Martínez, Todos los derechos reservados
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Muy buen relato. Me recordó que debo buscar un kit antipinchazos, ya he visto algunos por la red, todos gringos, para viajes largos creo son recomendables. Cuando encuentre kits compartiré la informacion.
Creo que el slim es de los más usados actualmente, aunque hace poco vi uno en la revista Motociclismo que funciona bien ya sea para llantas con o sin cámara, pero no recuerdo la marca. Es bueno traer el equipo necesario para reparar una ponchadura, pero mas aún saber utilizarlo jeje, no como nosotros…
¡Saludos Polo!
Haber Aaron al final no parcharon la camara verdad?… las instruciones del Slime dicen que hay que retirar el clavo, espina,etc y volver a inflar a la presion adecuada… eso de no leer las instruciones ja, no es cierto es solo sentido comun… yo tampoco sacaria el objeto hasta estar en un lugar seguro. pero ya estando en la vulcanizadora u desponchadora hay que comentarles que trae el gel, pa que no te digan ” y si esta seguro que fue esta llanta” :-S
jeje te hace falta desarmar mas seguido tu moto, casi la desarmas toda, en las que he tenido no es necesario sacar frenos y cubrecadena, pero bueno siempre es un dolor de cabeza con las DP por no tener caballete, haber como me va con la tornado, esta mas bromosa que la SRA… 🙁
se acerca el final de la aventura… y esas fotos de los personajes urbanos tan comunes le dan un toque mas humano a tu viaje.
saludos desde Leon.
Así es Motoso, al final no se tuvo que parchar la llanta… pues sí, las instrucciones las leí pero recién al meter el slim en las llantas, y de plano ya a la hora de la ponchadura las olvidé un poco, u olvidé ese paso, creo por el nerviosismo del momento.
Ya sé, me hace falta meterle mas mano a la DR, pero pues todavía estoy acostumbrado a llevarla al taller a que le hagan la mayoría de los trabajos (servicios, alguna revisión, etc.)…
Falta poco para terminar el viaje, por mientras voy a revisar el video que no lo agregué bien, ojalá puedan verlo, es algo cómico en partes…
Aun recuerdo ese mensaje, recuerdo que me transmitiste un poco de miedo al pensar en lo que pudo suceder y que afortunadamente no pasa a mayores, se dice que no se experimenta en cabeza ajena, sin embargo hay que tomar los buenos consejos de los amigos y no dejarlos pasar de largo VIDA solo hay una y hay que vivirla lo mejor que se pueda ello implica ser cuidadoso y altamente responsable al estar arriba de dos llantas con mayor razón al ir acompañado.
“Desponchadora” tú y tus términos jejeje desponchadora, acá les decimos “Talachas o Vulcanizadora” jejejejeje me ha causado gracia este sinónimo al mismo tiempo me gusta “desponchar” acción de desponchar yeah.
La moto sin su llanta se ve bien frágil y no solo tu DR , sino la que quieras, pierden una gran parte ellas y eso que solo es una “llanta”.
Este… y la foto de Axel? Caray son detalles bien PRO, fuera de todo lo negativo que han generado en esta rodada, el que les platiquen que vieron un motociclista accidentado, un vehículo que casi termina con su viaje, ponchadura, que casi quiebra cabezas por no tener la certeza del orden de piezas, creo que al final de esto el tener un platica con un “duende” extraño de seguro tuvo que alegrar el día y saber que bien vale la pena pasar por todo eso que habían pasado, peor y la foto?
Lo peor de terminar algo muy bueno, es que cada vez quieres más y más eso también pasa cuando sales a rodar, no terminas una rodada y ya estas pensando la otra, este viaje esta por su final y sigo pensando que para que este relato sea perfecto Ruth comparta algo, relate que pensaba de cuando entraban a un curva, que sintió al verte desesperado por los mosquitos, que piensa, que siente, una parte de esto se ve en sus fotos pero vamos las palabras escritas manda.
Qué bueno que recuerdas el mensaje Alex, la verdad fue un momento muy estresante, y al estar renegando ya después de que se pasó el susto me acordé de ti jaja; pero para bien, ojalá que sigas así ya conduciendo con mayor prudencia…
pfff desponchadora no es de mis términos, es uno de los regionalismos de Durango y zonas aledañas, donde desponchar es la acción de quitar lo ponchado a una llanta u objetos similares jaja
No hay foto de Axel, apenas y Ruth le tomó un poco de video, a ver si lo subimos próximamente, pues efectivamente fue un gran momento no solamente de este día, sino de la rodada…
Ya falta menos, recién acabo de publicar el último relato para que puedas leerlo. Ruth compartirá sus comentarios, y si no lo hace ella le tomaré prestados sus datos para hacerlo jaja, pues en sí ya están redactados.