Levantarse y continuar…

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Pocas veces, pocas veces nos ponemos a pensar en la confianza que nos depositan algunas personas al poner su vida en nuestras manos. Tan simple, tan cotidiano, tan rutinario como trasladarse de un lugar a otro, no reparamos en todos los riesgos y peligros que acechan. Falta un breve descuido, un breve pestañeo, una ligera duda, una ingenua omisión y de pronto, repentinamente esa persona a quien tanto quieres está herida…

De nueva cuenta un poco desvelados salimos a rodar. No había ruta definida, quería insistir con alcanzar el Espinazo del Diablo, así que enfilamos rumbo a Mazatlán y dejando como meta mínima Mexiquillo. Ya la semana anterior habíamos pasado por aquí mismo rumbo a Mil Diez. Ruth no lleva puesto un suéter así que nos detenemos en un espacio libre en una curva, además desde aquí podríamos tomar algunas fotos a la ciudad de Durango desde un nuevo ángulo. Escasas nubes nos acompañan, algunas aves tan libres como el viento y de pronto a lo lejos se escucha el potente motor de una superdeportiva. Tranquilamente me preparo, saco mi celular, lo pongo en el modo de cámara; no hay tiempo para prepar la cámara de Ruth, así que simplemente confío en mi buena sincronización y en mi buena suerte y es así como logro la siguiente imagen:

Ya después de esto decidimos hacer un cambio de planes, creo que Ruth no se quedó con muchas ganas de volver a pasar fríos por esta carretera, así que acepta mi propuesta de un camino alternativo: recorrer la ruta que empieza al norte de Durango por la carretera a Parral, para luego un poco adelante de San Juan del Río tomar una desviación a la izquierda, luego pasar por Coneto de Comonfort y seguir rumbo al suroeste para pasar por Fuente del Llano y junto a la Laguna de Santiaguillo, regresando a Durango por Guatimapé y Canatlán. La ruta en sí es tranquila, aunque para mí tiene el gran aliciente de descubrir el camino que va desde San Juan del Río a Guatimapé. Creo que Stephen ya anduvo por ahí hace varios meses y quedó maravillado… Ruth va cansada, yo también, apenas saliendo de Durango, en Morcillo, consideramos recortar la ruta y recorrer algunos caminos de terracería que pasan por el rancho La Joya, el cual fue propiedad de John Wayne. Decidimos continuar al menos hasta la gasolinera de La Granja (a 55km de Durango) y ahí decidiríamos que hacer. Ambos teníamos hambre, así que aprovechamos la parada para comer unas deliciosas y bien proporcionadas tortas de pierna (esta rodada fue realizada en octubre del 2010). Fue un poco difícil decidirnos entre la amplia oferta para comer en diversos establecimientos: tortas, tacos, burritos, menudo, hamburguesas y algunos otros que se ha llevado la memoria, para finalmente comer en el comedor “La Seño”, resultó buena decisión y además el precio fue bastante accesible.

El único punto negativo fue que de pronto en medio de una amena conversación algún insecto que al principio creí que era una abeja me picó en un dedo, el dolor fue intenso por unos segundos, pero rápidamente desapareció y no hubo hinchazón, así que descarté que fue una abeja. Ya reanimados con esa buena comida nos decidimos a seguir con la ruta originalmente planeada, el primer objetivo era La Coyotada, pues aunque yo ya la conozco, quise mostrarle a Ruth ese histórico sitio. El clima es sumamente agradable, hacía dos rodadas que no nos tocaba un día tan adecuado para salir a rodar; los paisajes son increíbles, aunque apenas hace tres semanas pasamos por aquí, cada campo de flores rosas me roban momentos de mi atención, las lejanas montañas, simplemente me quiero detener a cada kilómetro para tomar fotos. Esto no es posible pues ya llevamos el tiempo medido. Solamente hacemos una parada y aquí dejo algunas fotos junto a un cementerio de mariposas:

Continuamos rodando con poco tráfico, largas rectas, de pronto algunas curvas, preocupación por la falta de gasolineras en la zona y rápidamente llegamos a la desviación a San Juan del Río, pero antes de llegar ahí tomamos la que nos conduce a La Coyotada. La carretera está en construcción y tiene una excelente capa de rodamiento, pero no hay señalamiento de la última desviación que debemos tomar para llegar a nuestro destino, finalmente veo una carretera en regular estado, recuerdo que es el camino que debemos seguir y lo tomamos a paso tranquilo, pues es un tanto sinuoso y hay arena y tierra en las curvas, además de que se ven varios burros y vacas a la orilla. Justo una parte del camino que es una cresta o puerto de montaña me encanta, pues permite ver varias lomas cercanas que me recuerdan muchísimo a las de Hobbiton (de El Señor de los Anillos).

Llegamos a un vado que cruza un pequeño arroyo, nos detenemos a tomar unas fotos antes de cruzar, la corriente que estamos por atravesar se ve tan débil, no representa ningún riesgo. Ruth incluso va filmando a unos peces que saltan desde aguas abajo del vado y entonces se da la siguiente acción:

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Con mucho cuidado y analizando la situación comenzamos a levantar la DR, el piso del vado era sumamente resbaloso y eso me hace dudar para poder lavantarla por mí mismo. Ruth no se acerca mucho pues está al pendiente de su cámara así que un señor que estaba reparando su automóvil se acerca corriendo y nos ayuda. Ya con la DR fuera del agua me dispongo a revisarla, aparentemente no había pasado nada, aunque lo mas importante para mi en el momento de la caída fue la cámara de Ruth, luego el estado de ambos y finalmente el de la DR. Ya habíamos comprobado que ambos estábamos bien, no sufrimos mas que un ligero golpe pues la caída fue a menos de 10km/hr, y ahora con un poco de paranoia me pongo a revisar el filtro de aire de la DR. No quiero arriesgarme a que le hubiera entrado agua luego de la experiencia del viaje a Nayarit. Es un poco difícil aflojar los tornillos para retirar el asiento, están demasiado apretados y la herramienta que trae de serie la DR no ayuda demasiado. De nueva cuenta se acerca el señor y nos ofrece ayuda, con la cual puedo comprobar que todo está bien. Le agradecemos de gran manera a Manuel Álvarez, su esposa e hija por la ayuda brindada, además quedan de que a la próxima vez que viniéramos a San Juan del Río ellos están dispuestos a llevarnos a conocer los sitios de interés de la zona.

Estábamos terminando de subir de nuevo las cosas en la DR cuando se acerca Manuel con su familia en el auto y nos ofrecen cruzar el arroyo, la DR se quedaría del otro lado mientras nosotros recorríamos el museo de La Coyotada. Aceptamos con un poco de dudas por encontrar la DR en el mismo sitio a nuestro regreso, pero Manuel con gran seguridad nos dice que no tengamos miedo, que por ahí nadie roba. Confiamos en él, y yo particularmente lo hice haciendo un voto de confianza a las personas como él y como nosotros que aún podemos ganarnos la vida de una manera honrada. Empezamos nuestro recorrido por la casa donde nació Francisco Villa (originalmente Doroteo Arango). La persona encargada del lugar solamente nos indica que podemos recorrer las habitaciones, y así, ante la falta de un guía especializado improvisé e hice una pequeña narración de mis escasos (o nulos) conocimientos sobre el paso de Doroteo Arango por esas tierras, para provocar un poco la risa de Ruth, distrayéndola mientras ella sacaba unas buenas tomas del lugar, mismas que pueden ver en el video al inicio de este relato.

Luego el vigilante del museo nos abre las puertas de una pequeña sala que está casi desierta. Sólo quedan algunas cuantas fotografías, pero la mayor parte fueron trasladadas a unas nuevas salas, ya que las antiguas presentan serios problemas de goteras. Seguimos haciendo intentos de documental mientras vemos aspectos tan cotidianos de la vida villista revolucionaria, incluyendo una imagen donde posa junto a una Indian, la moto del momento; pero no nos podemos quedar mucho tiempo ante cierta inquietud que nos entró al escuchar al vigilante que nos decía “¿y no les da miedo que les roben su moto?”. Ciertamente no había miedo, simplemente fue precaución y no terminamos de ver con calma todo lo que este museo nos ofrece, que son principalmente imágenes con algunos objetos de la época.

Regresamos a pie y cruzamos el río mojando nuestros zapatos, incluso así resulta algo riesgoso cruzar, se siente sumamente resbaloso el fondo. Aunque explorando el ancho del vado descubrimos que la mitad aguas arriba del vado ofrecía una superficie mas rugosa, posiblemente no hubiésemos caído de haber rodado por esa parte… Ni hablar, no queda mas que aprender de la experiencia y asegurarme de que ahora en delante, seguir el consejo de Motoso y antes de cruzar CUALQUIER corriente de agua en la moto hacerlo a pie para conocer las condiciones reales de fuerza, profundidad y obstáculos del cruce…

Luego de un feliz reencuentro entre mi persona y la DR, del cual Ruth fue testigo de honor, pasamos de nueva cuenta momentos extendidos, los cuales ya no lo pudieron ser tanto pues Ruth ya conoce mi táctica, así que de pronto comenzamos con una entrevista, donde ella me dio a grandes rasgos sus impresiones de esta rodada y en general de las anteriores, así como las ideas que de pronto han surgido fruto de estas cuatro rodadas que hemos compartido a la fecha…

Decidimos no prologar más estos momentos, definitivamente descartamos ir a conocer Coneto de Comonfort por esta ocasión, y apresurar el regreso para alcanzar a ver una buena película que se estaba exhibiendo por único día en Durango… Solamente pasamos a una gasolinera cercana a San Juan del Río para llenar el tanque, le reporté por mensajes a Almighty nuestra situación y el me comentó que ese domingo no había salido a rodar. En un regreso casi contra reloj, Ruth y yo avanzamos rápidamente, con breves charlas al pasar por poblados, principalmente traté de no pasar los bordos a exceso de velocidad. Ruth grabó algunos videos a bordo, para lo cual bajé bastante la velocidad, pues no queríamos que el lente de su cámara sufriera daños, así que aprovechamos el escaso flujo de vehículos.

Llegamos a Durango veintitres minutos después de que había empezado la película, concluimos la rodada con una buena comida en Los Farolitos y antes de llegar a nuestras casas no pude evitar pensar y reflexionar tanto en lo imprevistos que son los accidentes. Muchas veces al conducir estoy tan al pendiente de ciertos factores u obstáculos que podrían significar un peligro, que me olvido de otros más que no había contemplado nunca o que simplemente descarto unilateralmente. Eso es un error. Creo que siempre debemos darnos la ventaja de la duda y así como es indispensable que nos consideremos invisibles, también lo ideal sería que dudemos de todo aquello que damos por hecho…

Gracias Ruth por ser parte de esta aventura. De haber caído yo solo, no habría significado mayor problema; al caer contigo afortunadamente tampoco lo fue, espero nunca repetir la experiencia. Te cuidaré mejor y confío en que con tu buen juicio me ayudarás a elegir mejor.

Nos vemos en el camino