La Casa de las Películas

¿Ya se van a pasear? ¿Hasta dónde van? A El Soldado señora… Vayan con mucho cuidado, mi hijo acaba de morir en un accidente, ahora no puedo dejar de llorarlo, pero en vida no lo ayudé cuando pude…

Así empezaba nuestro domingo, ya casi subiéndonos a Suzuki frente a la casa de Ruth, una señora que con dificultad caminaba con la ayuda de un bastón nos dio ese consejo. Ella ya no puede ver con un ojo, como también nos lo hizo saber, tampoco cuenta con el aval de sus familiares para salir a la calle por su propia seguridad, pero sin duda su consejo junto con los de tantas personas, así como nuestro sentido común y amor propio son los que nos permiten seguir aquí, compartiendo estas aventuras…

Cuando nuestro camino de este día apenas iniciaba en las tranquilas calles de Durango, nos encontramos con una vialidad llena de bastante basura, la cual para mi disgusto estaba compuesta principalmente con propaganda de mi candidato para las elecciones del 2012… En contraste, decenas de personas limpiaban el área aledaña a una escuela, como parte de las actividades de una campaña ecologista promovida por una televisora que no me simpatiza:

Dejando atrás, y sin darle demasiada importancia a las reveladoras escenas de hace unos minutos, empezamos la rodada con bastante entusiasmo. Sentir de nuevo el viento, el poder de Suzuki que de pronto titubea, tus brazos rodeándome, el camino, el día soleado, ciclistas que empeñados van subiendo pedaleando constantemente, automóviles corteses, curvas que nos extrañaban, los recuerdos de un viaje que aún no termina… No me explico cómo es que no habíamos salido a rodar desde hace poco más de un mes, desde que llegamos de aquel viaje de dos semanas, pero de hoy en delante aprovecharemos cada oportunidad para tomar el camino.

Ya hemos rebasado varios ciclistas, van en grupo y algunos en solitario, ignoramos el motivo de su rodada, posiblemente tiene algo que ver con el día del medio ambiente. Nos detenemos en alguna curva para tomarles foto mientras pasan, pero desgraciadamente mi absoluta falta de técnica y previsión fotográfica, nos hace tomar las fotos a contraluz, de cualquier modo aquí compartimos las imágenes:

También pasaron varios motociclistas, todos nos saludan. No sé qué ha pasado, si talvez Mendía ha hablado de nosotros ante ellos, si de pronto el blog ha ganado en popularidad o una combinación de ambos…

Pasamos como tantas veces El Pino, Metates, luego vamos bajando las curvas de Río Chico y es donde me dan ganas de tomarlas casi al límite, como antes, pero por algún motivo no lo hago, simplemente vamos con un buen margen de seguridad y no importa, de cualquier modo es grandioso volver a rodar por aquí, donde habíamos pasado de regreso de nuestro viaje de catorce días. Solamente tengo cuidado de que no vayan a rebasarnos sorpresivamente las deportivas en plena curva, pero aún no andan por aquí…

De subida vemos una chica ciclista que poco a poco va subiendo, más adelante hay un experimentado competidor que usa un camión como rompedor de viento; incluso por momentos pareciera que en pleno ascenso el ciclista rebasará al camión…

Llegamos a Gorditas Eriliz como en tantas otras ocasiones, el trato cordial, buen servicio, excelente sabor, ambiente y clima tranquilo, razones suficientes para llegar siempre que el tiempo lo permite… Al esperar las gorditas y quesadilla de pronto nos damos cuenta que un motociclista que se había detenido cerca de donde estábamos, tiene su moto casi a punto de caer, ya estaba detenido pero se le ladeó hacia donde no tiene pata… El piloto tiene dificultades, su compañera no sabe bien como ayudar así que me acerqué corriendo y puedo ayudar o estorbar un poco jaja pues el amigo rápidamente toma su moto en la posición correcta, con la espalda contra el tanque/asiento y haciendo fuerza únicamente con las piernas. Dejamos por un momento Gorditas Eriliz después de desayunar y fuimos a un sitio cercano a La Palmita, desde donde yo tenía la sospecha que se podría observar un buen lugar para acampar.

Cruzamos una cerca cerrando la puerta detrás de nosotros, una accesible terracería nos lleva por un sitio que combina la fría montaña con el árido llano. Hasta ahora no lo he mencionado, pero estamos aquí con el pretexto de un concurso de fotografía sobre flora y fauna. Nos quedan pocos días pero aún así tratamos de tomar alguna imagen digna, así que hacemos varias paradas antes de llegar a nuestro destino de hoy: La Casa de las Películas.

Después de escasos kilómetros llegamos a la Casa que ha sido escena de varias filmaciones, no tenemos el dato de cuáles han sido, así que si algún lector tiene esta información agradecemos la compartan. Dejamos a Suzuki estacionada, para después dirigirnos a contemplar un grandioso paisaje desde distintos ángulos, nunca habíamos estado ahí, así que con buen entusiasmo caminamos de un lado a otro, incluso realizamos un pequeño ascenso con mi idea de cruzar una meseta para ver otro paisaje, pero el buen sentido común de Ruth por la falta de agua para beber y el intenso sol nos hizo desistir de continuar; pero a cambio nos quedamos algunos minutos descansando en completa paz, con la única compañía de los sonidos de la naturaleza aderezando estos momentos compartidos.

Después de intentos fallidos por comunicarme con aves y algún posible mamífero, regresamos caminando para reencontrarnos con Suzuki, es temprano aún pues nuestra rodada inició inusitadamente a las 8:30 de la mañana, así que a las dos y media de la tarde emprendemos el regreso a nuestra casa. Una pequeña y absurda serie de maniobras para evitar un cruce que en realidad no es tan complicado, provoca la risa de Ruth así como la mía, pues tengo que dar vuelta de 180º en un pequeño espacio con subidas y bajadas y si a esto le agregamos mi nula práctica endurera, tenemos como resultado que el motor se mató una vez y estuve a punto de caer en otra ocasión…

Ya en carretera pasamos de nuevo a Gorditas Eriliz para saludar y despedirnos por esta ocasión, el regreso fue sin novedades y así concluye esta rodada que nos trae de vuelta a las salidas domingueras, esperamos no dejarlos demasiado tiempo sin compartirles nuestras experiencias.

©Aarón Martínez, todos los derechos reservados