Endureando en Otinapa

Nos quedamos de ver a las nueve de la mañana en un estacionamiento para una salida dominguera tierrosa a Otinapa. Los invitados seríamos: Lalo, Héctor, Martín, Mendia y un servidor. Es una ruta muy conocida ya en el ámbito todo terreno durangueño. El pretexto de seleccionar esta ruta para hoy fue porque días antes en una reunión de los Centauros ATV & Enduro, Martín nos hizo saber que su Honda XR400 estaba lista para rodar, así que quería estrenarse en el mundo del enduro y fue así como surgió la idea de hacer una salida tranquila. Aproveché la situación para invitar a Mendia, quien aunque no acostumbra salir a tierra, creí que esta podría ser una excelente oportunidad para rodar de nueva cuenta con él y compartir una ruta que en lo particular disfruto bastante.

Mendia también es tierroso
Mendia también es tierroso

Cuando llegué ya estaba Héctor y a los pocos minutos llegó Martín, inmediatamente llegó Mendia y Lalo nos estaba avisando por teléfono que tenía una fuga de gasolina en el carburador de su moto, solamente fue cosa de prender la moto y la situación se normalizó y rápidamente salimos a la gasolinera del Hospital del Niño para llenar tanques e iniciar la rodada. Yo ya tenía mi tanque lleno, así que estuve estacionado junto con Mendia mientras nuestros compañeros echaban gasolina, aproveché para despertar gente buena a horas inoportunas de un domingo y en lo que me despedía por teléfono, mis amigos ya habían arrancado. No hay problema, pues ya conozco la ruta que haremos este día.

Martín, Lalo y Héctor
Martín, Lalo y Héctor

Acelero fuertemente por la avenida que conduce al camino de terracería que va a Garabitos, creí que los alcanzaría rápido, pero no es sino hasta llegando a Garabitos cuando veo que se han detenido para esperarme… Lalo reinicia la marcha comandando el grupo, va a paso tranquilo sobre todo al inicio de la subida luego de dejar atrás Garabitos. Mendia iba delante de mí, pero me da el paso y lo adelanto para guiarlo pues yo ya conozco bien el camino, esto mientras nuestros compañeros endureros van mucho más adelante que nosotros. Haré una pausa para contarles sobre las protagonistas de esta rodada: primero tenemos dos chicas esbeltas, de carácter muy recio y estatura media, con mucho ímpetu pero de suficiente nobleza para no traicionar a los menos conocedores, se trata de las Honda XR250 de Lalo y Héctor; por otra parte está la poderosa, imponente y de gran talla pero sin sobrepeso Honda XR400 de Martín, es una máquina que impone, y con su escape modificado hace rehuir a todo aquel débil de carácter que esté cerca… También está una chica, la que mejor luce y da un aspecto más atractivo, pero que pocas veces ha tenido la oportunidad de darse una maltratada en terrenos difíciles pues aunque no tiene peso excesivo, si está un poco pasada y no es la más ideal, además de que está acostumbrada a tratos suaves en otro tipo de terrenos donde demuestra todo su poderío y buenas maneras, estoy hablando de la Falcon de Mendía. Por último tenemos a la Suzuki DR200, la más pequeña del grupo, la mas ligera, alegre y aventurera; ya antes ha sufrido duros tratos, algunos de ellos injustos pero siempre ha salido bien librada con esa jovialidad de la que goza, además de que es la mas noble de todas.

Cieneguilla
Cieneguilla

Mendia y yo vamos subiendo a paso tranquilo y antes de llegar a Cieneguilla vemos a varios ciclistas que van pedaleando bastante fuerte, por lo cual desaceleramos para no aventarles demasiado polvo; primero nos encontramos a los más rezagados que seguramente son los novatos y un poco más adelante puedo ver a Yahir o Luis, a quien conocí alguna vez rodando rumbo a La Flor así que por esta vez sí que es válido el “Nos vemos en el camino”, pues ya nos vimos esta ocasión y seguramente ¡nos seguiremos encontrando! Alcancé a saludarlo con la mano, no se si me distinguió pero fue un gusto coincidir. En Cieneguilla nos estaban esperando los tres endureros en sus Honda XR’s y en cuanto nos vieron de inmediato continuaron la marcha. De nueva cuenta yo iba delante de Mendia tratando de rodar entre el menor número de baches posibles, cuando me era inevitable pasar por uno hacía alguna seña con los pies para que el lo evitara, pues las suspensiones de su moto no son tan adecuadas para rodar en terracería.

En el entronque con el camino a El Pino
En el entronque con el camino a El Pino

Continuamos rodando a buena velocidad, contrario a lo que yo creía, mis compañeros de viaje no me dejaron demasiado atrás en las rectas, pero en las curvas si que me quedaba por no tener llantas de tacos… Llegamos a La Muralla, y aunque yo tenía la idea de que solo llegaríamos hasta ahí, propusieron continuar hasta Otinapa para llegar a desayunar menudo. Tuve incertidumbre por Mendia, pues yo le había comentado que ese sería el punto de retorno, pero el se mostró de acuerdo con la opinión de continuar y entonces ahora yo tomé el liderato del grupo, pues aparentemente era el que mejor recordaba el camino de Salvador Allende a Otinapa, el cual cuenta con varias desviaciones de brechas hasta antes de llegar al primer cruce del río (seco), donde se vio la buena pericia tanto de Martín como de Mendia, no tan acostumbrados a cruzar por sitios con fondo rocoso. A unos dos kilómetros de este paso hay otro cruce, éste si lleva agua y primero cruzamos Héctor, Lalo, Martín y yo. Martín por poco cae a punto de cruzar el río, pero logró mantener el equilibrio. Mendia cruzó sin problemas a paso firme. Tomamos unas fotos, un pequeño descanso y continuamos el último tramo de caminos entre cultivos ideales para rodar a alta velocidad aunque con precaución por los diversos tramos con arena.

Martín cruza con mucha seguridad el arroyo seco
Martín cruza con mucha seguridad el arroyo seco
Cada vez se vuelve mas sencillo
Cada vez se vuelve mas sencillo
Así se hacen los caballitos
Así se hacen los caballitos

Llegamos a Otinapa donde disfrutamos de gorditas y menudo, supieron muy bien con el cansancio por el esfuerzo de la rodada. Compartimos experiencias de rodadas anteriores, hablamos de posibles rutas en el futuro próximo, todo en un buen ambiente de camaradería. Salimos del establecimiento para prepararnos para el regreso, afuera había gente que estaba llegando a disfrutar de la buena comida del lugar y algunos nos hicieron plática sobre nuestras motos, incluso una de ellas nos confió que tiene contemplado adquirir una cuatrimoto y lo orientamos del mejor modo posible. Mendía se despidió pues el regresaría a Durango por carretera; un gusto amigo verte de nuevo y espero próximamente volver a compartir camino.

Los doble propósito cerramos el grupo
Los doble propósito cerramos el grupo

Antes de regresar quisimos llegar a que mis compañeros conocieran el puente de ferrocarril Río Chico (no Otinapa, como incorrectamente se le llama), pedimos indicaciones y logramos llegar por un camino que va entre cultivos y no directamente por la vía de ferrocarril, que hace mas lento el camino. Ya con el puente a la vista solo nos faltaba cruzar por un pequeño paso rocoso que primero hicieron Héctor y Lalo sin ninguna dificultad, después yo con mucho cuidado y por fin, Martín a vuelta de rueda, cuidando mucho de no abusar del acelerador de su potente máquina, salió airoso de esta gran prueba en su debut en tierra. Él es un experto motociclista, pero su experiencia es principalmente en carretera con motos de gran cilindrada, también tiene algo de experiencia con cuatrimotos, pero esta es su primer salida con una enduro.

Puente Río Chico del ferrocarril (no Otinapa)
Puente Río Chico del ferrocarril (no Otinapa)
Vereda
Vereda
Cuando las cosas tenían sentido
Cuando las cosas tenían sentido
Ahora ya no lo tienen
Ahora ya no lo tienen

Héctor fue el primero en cruzar el puente, regresó a donde estábamos y entonces decidimos cruzarlo todos y buscar el camino que pasa por Palos Colorados y de ahí a un punto cerca de La Muralla, para así ya no regresar a Otinapa. Este camino yo ya lo había recorrido en una ocasión anterior, pero no lo recordaba pues era algo confuso, aún así decidimos intentarlo. Cruzando el puente estaban algunos vecinos del lugar, nos dieron indicaciones que se escuchaban muy sencillas así que continuamos rodando primero por el antiguo trazo del ferrocarril Durango – Mazatlán que ahora ya no tiene rieles ni durmientes, solo una capa de grava triturada que hace muy difícil mantenerse en equilibrio. Más adelante encontramos un camino que nos sacó de las vías, rodamos por un gran llano entre veredas, luego estas nos acercaron nuevamente a las vías aunque yo recordaba que debían alejarnos a un pequeño bosque, pero en un punto nos dimos cuenta que no sabíamos con certeza el camino que debíamos tomar, así que nos regresamos al puente, yo por poco y me enredo con unos alambres de púas que estaban tirados en el piso y que apenas y pude frenar para esquivarlos… El regreso a Otinapa fue sencillo, solamente en el pequeño paso técnico con piedras Héctor se regresó para ayudar a Martín a subir, así como también me ayudó a mi, aunque yo la verdad preferí bajarme de la DR para subir mas fácilmente.

En realidad no era tan difícil
En realidad no era tan difícil

Cruzando por el arroyo que dos horas antes habíamos pasado, Héctor se cayó sin consecuencia físicas para él ni daños para su moto. Solamente no quería arrancar, pero revisamos el filtro de aire, la dejamos descansar un poco y luego de varios intentos logramos encenderla para continuar de nuevo… Luego de algunas dudas de mi parte al guiar al grupo para llegar de nuevo a Salvador Allende, buscamos algunas cervezas para refrescarnos, pero la tienda del pueblo estaba cerrada, buscamos alguna casa donde tuvieran en su refrigerador pero sólo en una había ¡una sola cerveza! La compramos y así, nos tocó un trago por persona y, de esa manera arrasamos con toda la cerveza del pueblo…

Valorando los daños
Valorando los daños
En Salvador Allende
En Salvador Allende

Continuamos con nuestro viaje de regreso a Durango. Martín iba delante de mi, y al frente del grupo iban Héctor y Lalo, todos íbamos a buen paso y después del entronque del camino que va a El Pino y Cieneguita me quedé un poco atrás, al querer alcanzar a mis compañeros aceleré, iba muy rápido, tanto que no alcancé a ver a tiempo una zanja en la cual cayó mi llanta delantera llevándose la suspensión el fuerte impacto. No me quedó mas que lamentarme y a partir de ahí continuar a paso tranquilo, ya que me di cuenta que no vale la pena ir más rápido de lo que normalmente lo hago, pues cuando mucho podría ahorrarme unos segundos o minutos a cambio de poner en riesgo el estado de la DR. En Cieneguita nos detuvimos unos momentos a descansar para luego continuar a Durango. Llegando concluimos que fue una buena rodada, muy sencilla y del mismo modo que Lalo, es de las rutas que más disfruto y quedamos de hacer en una posterior ocasión otra salida a Canatlán, pasando por San Diego de Alcalá, esa buena ruta que hicimos aquella ocasión en la Cuatrimanía 2009. Martín disfrutó mucho ésta, su primer salida de enduro y se sorprendió pues no se cayó ninguna vez, y eso que estaba mentalizado de que al menos tendría unas tres caídas…

Distancia total recorrida: 129km

Olvidé mencionarlo
Olvidé mencionarlo

13 thoughts on “Endureando en Otinapa

      1. No lo creo… pero dejar a un pueblo sin chela no jodas son de los peor jjojojo yo lo he intentado y nunca lo logro.
        AHHHH que buenas fotos extraño la tierra con mi aguinaldo voy a comprar la chinalika tierroza jejeje

      2. Estas seguro de lo que estas escribiendo? sabes acaso de lo que hablas? YO creo que si ese día llega tiene que ser a nuestra manera y modo, todo esto para que NO pierda lo importante, pues te imaginas que nos paguen pero que nos digan que debemos de hablar bien de tal o cual producto, marca, etc?

  1. hey!!! que buena aventura enduro!!! y lo mejor de todo esq arrasaron con toda la cheve del pueblo jajajaja y me surgió una duda: a cuanto ibas eh? pobre DR te voy a regañar así como tú me regañas cuando golpeo sin querer a la D500 jeje ntc
    oye esta es la primera vez que me doy cuenta que te falló el sentido de la orientación ¡¿pos que pasó sr. ?!!! y luego el mapa para que sirve? bueno hubiera estado chido que encontraran aquel pequeño bosque…. en fin…
    por otra parte: que versatil a resultado la DR!
    un saludo a todos !!!
    que tengan buen día!!

    1. anda si, fue una buena aventura, de hecho ese pequeño paso técnico con piedras podría interesarte pasarlo, bueno pero primero algo mas fácil como un río jeje

      agotamos la cerveza del pueblo, pero la verdad ese domingo a esa hora yo creo todo mundo andaba en Durango de compras o paseo, pues parecía un pueblo fantasma :S

      íbamos a unos 90, máximo 100km/hr en terracería! jaja pero bueno, solo fue en tramos que ya conozco que están muy lisos, casi como carretera así que no te preocupes, la DR estuvo bien…

      me falló la orientación dos veces, saliendo de Salvador Allende y después de rodar por las vías ya para buscar ese bosque. Quien sabe que me pasa, pero esas dos partes siempre me han parecido un tanto confusas, lo bueno que nunca nos perdimos jeje

      La DR es de las motos mas versátiles, esta rodada medio endurera estuvo tranquila, pero hay otras donde sí que la he puesto en aprietos con demasiado lodo, piedras, polvo o agua, y nunca me ha fallado, solo el cláxon que ahora no le sirve por eso… Y espera a que veas los próximos cambios que le realizaré, será aun mas versatil jeje

      Gracias por comentar… Un abrazo

  2. Buen relato, buenas fotos, sobre todo la del arroyo seco.
    Dan ganas de acompañarlos, pero soy gente de ciudad, no creo aguantaría lo que ustedes andan haciendo.
    Pero eso no me quita las ganas de seguir leyendo sus relatos, y a través de ellos, conocer un poco mas de este, nuestro querido México.
    Saludos desde Reynosa.
    macnifico

    ..
    .

    1. Y sin duda hay muchísimos mas rincones que nos falta conocer. Por aquí seguimos compartiendo Macnifico, ojalá algún día te animes a salir a la tierra; igual y con una cuatri es más sencillo para ti…

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