Ni tan enduro ni tan urbano. Simplemente doble propósito

Nota.- Ya que el título no lo sugiere, aquí menciono la ruta de esta rodada: Durango – El Salto (carretera libre), El Salto – Mexiquillo con desviación en Coscomate hasta Chavarría retomando rumbo a Mexiquillo (terracería).

Creo que la rodada motivo de este relato fue la que finalmente me ha convencido de que el doble propósito es la mejor “rama” del motociclismo. Se ha mencionado sin falta de razón que ni es lo suficientemente bueno en tierra ni en asfalto, pero es capaz en los dos. Esto pudiera sonar a mediocridad, a falta de especialización, pero recordemos, en el principio las motos servían para todo y aún hoy en día hay quien en sus chopper o urbanas de vez en cuando incursionan por tierra…

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Son las 8:50am, voy con rumbo a El Salto tomando la carretera libre Durango – Mazatlán, la mejor carretera pavimentada que conozco hasta la fecha. Hace un buen frío a pesar de que traigo mi chamarra, el forro impermeable, una sudadera y camiseta. Aún no estamos ni en diciembre y ya estoy viendo que no podré salir a rodar en invierno tanto como quisiera, tal vez sólo es cosa de prepararme mejor, buscar la manera de que el frío no me pegue tanto (se aceptan sugerencias). La carretera ya es conocida por la DR desde hace varias rodadas, así que no voy a hablar de sus excelentes curvas, del poco tráfico a pesar de ser puente oficial, de los magníficos paisajes, etc., está vez mencionaré los peligros que vienen con el frío, y de los cuales el principal es el congelamiento de la superficie de rodamiento, ya que aunque apenas inician las heladas en territorio duranguense no falta mucho para que esto se presente. En esta ocasión no me percaté de la presencia de hielo, sólo que aunque ya pasaban de las 10 de la mañana cuando circulaba por las curvas de El Soldado hubo un tramo donde aún no había pegado el sol y esto favoreció que el rocío aún estaba presente en la superficie, teniendo así el grave riesgo de contar con hielo y con ello, el casi ineludible riesgo de caer. Sólo reducí la velocidad soltando el acelerador y ni supe si había o no hielo en esa curva.

Llegando a Navios, sitio de reunión dominical de los motociclistas duranguenses, veo que no hay ni una sola motocicleta, será que el frío les ganó o por el contrario ¿abrán salido de viaje a un lugar más lejano? Como quiera que sea, en todo el viaje de ida no vi una sola motocicleta, salvo algunas de los lugareños de algunos poblados por los que fui pasando (Llano Grande, El Salto)

El camino continúa, voy a mi paso aunque aprovecho el poco tráfico para detenerme en ciertos puntos a tomar algunas fotografías que siempre había querido hacer, adelanto algunos automóviles y camionetas de modelo no tan reciente, hasta que en eso al final de una larga recta veo un auto que se va aproximando, así lo voy viendo que kilómetro tras kilómetro se acerca metro a metro hasta que lo tengo a una prudente distancia detrás de mi, no va “leyéndome las placas” como luego acostumbran algunos desesperados conductores. Es un Pontiac G3 negro, circulamos por tramos rectos en los que la mayoría de los conductores me hubieran adelantado sin pensarlo, pero el Pontiac ahí sigue, circulando a prudente distancia detrás de mi hasta que en una recta bastante larga, con buena visibilidad le doy el paso con mi direccional izquierda y me adelanta. Creo que es el automovilista más educado que he visto (o la automovilista, no se, no me fijé).

A las 10:30am llego a El Salto a la primer gasolinera donde lleno el tanque por si decido irme hasta Mazatlán. Luego de esto tomo el camino de terracería que fue construido en un principio para alojar la vía de ferrocarril de El Salto a La Ciudad, pero que jamás se llegaron a tender durmientes y vías. Este camino, o bordo como lo conocen los lugareños atraviesa la sierra por espectaculares paisajes, que van de las planicies cercanas a El Salto a pasar por algunos sitios con arroyos, pequeños lagos, sitios que por su belleza han sido aprovechados para construir cabañas y desarrollos ecoturísticos.

Inmediatamente en las afueras de El Salto se puede apreciar a la derecha la barranca por la que fluye el arroyo del mismo nombre. El camino es bastante sencillo en general, una terracería por la que cualquier doble propósito puede circular a regular velocidad sin mayor dificultad, al menos en tiempo de secas, ya que en lluvias se se llega a poner más interesante.

Luego paso por Mil Diez apenas a unos kilómetros de haber salido a El Salto, sitio a donde se puede acceder desde la carretera federal Durango – Mazatlán por un corto trayecto pavimentado. Aquí hay cabañas, cancha de baloncesto y el poblado del mismo nombre, donde hay pequeñas tiendas, iglesia, aserradero, etc.

Luego de Mil Diez hay diversas lagunas que se han formado a los lados del camino, además hay algunos poblados pequeños que se ven bastante tranquilos y en general la gente que me encuentro en el camino, ya sea en camionetas, caminando en grupo o solitarios se muestran amables.

En la Victoria (ó Arroyo del Agua) hay cabañas para hospedarse, además de un arroyo en el cual se ha construido un criadero de truchas, las cuales se pueden pescar por los visitantes o pedirlas preparadas para comer recién sacadas del agua… Se puede acceder a este sitio desde la carretera libre Durango – Mazatlán con unos pocos metros de terracería.

Paso por Lecherías, otro pequeño poblado y más adelante por las formaciones rocosas de Piloncillos (nombrado así por la apariencia de las rocas), sigo el camino que tantas veces he recorrido a pie, en camioneta, etc. pero hace algunos años, siendo ésta la primera vez que lo recorro al estar en proceso las obras de la supercarretera Durango – Mazatlán. Llego a un punto cercano a donde se supone que el camino cruza la carretera libre, pero me encuentro con que el paso está cerrado por una cerca y por un enorme terraplén que pertenece a ésta obra.

Regreso varios kilómetros, me encuentro a un señor que minutos antes había visto paseando a su perro, le pido un poco de orientación y gustoso me indica que en el poblado Lecherías me salga a la carretera (en ese punto van juntas la libre y la súper), continúe rumbo a Mazatlán y metros antes de el siguiente poblado tome el camino que sale a la izquierda, donde incluso me encuentro un letrero que me dirije a La Pirámide. Ahora si, apenas paso por los primeros metros, cruzo bajo un puente y el camino es totalmente conocido para mi, con la excepción de que está en constante mantenimiento y en excelentes condiciones ya que es usado por la compañía constructora Omega para llegar a los diversos frentes de ataque que tiene en el tramo a su cargo.

Antes de llegar a La Pirámide me encuentro algunas camionetas de ésta constructora que vienen de frente y me sorprendo un poco, ya que por ser domingo creí que no abría actividad en la construcción. Llego a La Pirámide, tomo algunas fotos de este hermoso lugar con sus cabañas, laguna y la formación rocosa en la punta de un cerro que le da su nombre. Me acerco a la cabaña de los encargados del lugar y pido informes sobre las oficinas de la compañía española Aldesa, con quienes ya estuve en contacto anteriormente y sé que recientemente se mudaron desde El Salto a alguna población por el rumbo, pero no me saben dar alguna razón al respecto. Agradezco sus atenciones y continúo mi camino, el cual continúa en perfecto estado y cada vez circula más tiempo entre árboles a ambos lados, casi sin dejar llegar la luz del sol al piso. Es el tipo de camino que más disfruto, de esos que sin importar si tengan o no curvas, si son de subida, bajada, recto o como sean los paso gratamente ya sea en moto o caminando.

Algunos metros delante de La Pirámide el camino cruza por la supercarretera, y ahí me llevo la desagradable sorpresa de que el terraplén de ésta ha arruinado un llano que antes existía y que combinado con la laguna de La Pirámide y las formaciones rocosas de la zona formaban un entorno único. Es uno de los precios del avance y progreso de todos los países. Sólo me pregunto ¿cuál será el impacto ambiental que genera esta obra a su paso? Se supone que se harán acciones para compensar todo el daño pero, ¿será suficiente? ¿en realidad se ejecutará de acuerdo a lo programado? Espero que al final las respuestas a éstas interrogantes sean sí.

Luego de cruzar la supercarretera el camino vuelve a transcurrir entre bosques espesos, continúo viendo diversos señalamientos de la obra en construcción lo cual al menos demuestra algo de profesionalismo en la manera de llevarla a cabo por las constructoras implicadas. Paso por el primer túnel, tomo un poco de video y algunas fotos, es aquí donde se termina la batería de mi cámara y de aquí en adelante las fotografías son tomadas con celular. Me cruzo con algunas partes donde hay enormes charcos que cubren todo el camino así que la DR se comienza a enlodar un poco pese a que no lo esperaba. Llego a una sección del camino en especial con un charco demasiado largo, el material es demasiado fino lo cual creo un lodo bastante atascoso y por momentos la llanta trasera de mi DR comienza a patinar, pero afortunadamente su ligereza me ayuda a que simplemente ayudándola con mis pies sin bajarme de la moto salimos airosos de esa pequeña prueba.

A los pocos kilómetros de este enorme charco llego a la desviación que conduce a Coscomate (a la izquierda) y a la carretera libre Durango – Mazatlán (a la derecha). Mi plan original era seguir derecho hasta Mexiquillo, pero ya estando ahí decidí tomar rumbo a Coscomate y si era necesario más abajo hasta Chavarría, ya que era este sitio una posibilidad donde estaría instalada la empresa Aldesa y así lo confirmé algunos kilómetros luego de dejar este entronque con los veladores de alguna maquinaria de Omega. En este punto me parece importante hablar del trabajo que realizan estas personas, ya que pasan buena cantidad de horas en completa soledad, sólo en una casa de acampar improvisada en medio del campo. No digo que acampar no sea agradable, pero ya tratándose de trabajo no debe ser muy reconfortante sobre todo estando solo.

Continúo un camino de bajada que es bastante bueno para circularlo a buena velocidad (aunque los señalamientos indican un máximo de 30km/hr, pero me consta que varias camionetas de la constructora circulan por encima de esa velocidad, incluso en curvas sin visibilidad…), incluso derrapando aunque aquí si reconozco que unas llantas enduro hubieran sido de utilidad. Paso rápidamente Coscomate un sitio que ya conocía en alguna aventura a pie y delante de ese pueblo veo a un señor abajo de una camioneta marcando por celular, me detengo, lo saludo y le consulto si hay señal de Telcel, aprovecho para mandar unos mensajes a las personas que posiblemente estuvieran interesadas en saber mi ubicación jeje. El camino sigue bajando cada vez más, está en excelente estado en general, excepto algunas curvas con material ligeramente suelto que me obliga a bajar mi velocidad para no derrapar.

Llego a Chavarría y me encuentro un pequeño pueblo con un buen ambiente, es domingo y aunque no hay gente de fuera los locales tienen movimiento, hay gente paseando por las calles, camionetas con música a un volúmen moderado, etc. Se antoja pasar el día recorriendo el lugar pero yo voy con el objetivo de encontrar las oficinas de Aldesa para pasar a saludar a un ingeniero español a quien conocí hace casi un año, le pregunto a un señor que está comprando en un puesto de comida y aunque su indicación me parece un tanto “complicada” con algo así como: “te vas por la calle de aquí al lado, luego das vuelta a la izquierda, luego a la derecha, a la izquierda, a la derecha, a la izquierda y ahí está” logro fácilmente llegar a mi destino sin tener que pedir orientación de nueva cuenta.

El lugar es un llano con algunas construcciones de páneles y una puerta de acceso con dos guardias, los cuales a mi llegada rápidamente cuestionan a donde voy, a quien busco, de donde vengo, etc. pero al ver mis intenciones y notificarme que no se encuentra la persona a quien busco, se portan amablemente, me hablan de las condiciones de trabajo, de las expectativas de duración de la obra, ambiente, etc. y luego de no se, una media hora de permanencia en el lugar, decido retirarme ya con algo de hambre y con ganas de probar de nueva cuenta las gorditas de La Ciudad (a unos kilómetros de Mexiquillo), me despido y me desean suerte, esperando verme la próxima ocasión como compañero de trabajo y no sólo como visitante.

Regreso por el camino por donde llegué, paso por Coscomate y tomo unas fotos, ahora todo es de subida y en algunas partes al acelerar la llanta trasera derrapa un poco por el material suelto que hay. Además una camioneta de tres toneladas que viene bajando lo hace a gran velocidad y de nueva cuenta, en una curva sin visibilidad casi nos encontramos de frente pero como yo voy a baja velocidad logro hacerme a un lado y evitar cualquier colisión… Llego de nueva cuenta a el entronque con el camino que va a La Pirámide a la derecha, Mexiquillo a la izquierda y la carretera libre al frente, tomo la izquierda y luego de una pequeña subida tomo nuevamente el bordo que originalmente se construyó para el ferrocarril, aquí el camino ya no está tan bien conservado y eso tiene sus ventajas, ya que si aunque me encuentro más constantemente con algunos “baches” y charcos el camino es más natural y la mayor parte del trayecto está cubierto de hojas secas de pino (yerbasca o yesca). Aquí el bosque es aún más cerrado que todo lo que había recorrido, aunque en ciertas partes alcanza a filtrarse un poco de luz, contrastando con espacios de sombra y el efecto que esto causa en el piso me impide ver con anticipación algunas ramas que están tiradas en el camino, las cuales paso sin disminuir casi la velocidad, incluso una de ellas es bastante gruesa y me hace perder por un momento el control de la moto.

Más adelante y cuando según yo ya no me falta mucho para llegar a Mexiquillo me encuentro primero un árbol tirado que cruza todo el camino, esto me inquieta un poco ya que parece que alguien lo hizo intensionalmente para que nadie pase por ahí, voltéo a ver la raíz del árbol y veo que se pudo haber caído por la erosión del suelo combinada con algún fuerte vendaval, así que quito algunas ramas sueltas del árbol y paso ligeramente con la moto en la única parte donde me es posible.

Continúo el camino y apenas unos cincuenta metros después de pasar este árbol me encuentro con otro que no tiene un sólo espacio por donde pasar, así que lo único que trato de hacer es cruzar por encima del tronco, pasa la rueda delantera, pero luego la moto se embanca en el protector del cárter sobre el tronco y la rueda trasera pierde contacto.

Analizo la situación, no me es imposible hacer avanzar la moto con mis fuerzas hacia adelante, pero veo que otros cincuenta metros adelante hay tres troncos apilados y eso ya me parece bastante obvio que alguien no quiere que pase, así que simplemente empujo mi moto para atrás y tomo el camino de regreso para en el entronque a Coscomate salir a la carretera libre y ahí en un restaurant comer/devorar un riquísimo chorizo con huevo y frijoles, acompañado con un juguito. Esta reconfortante comida la saboreé con mucho gusto ya que ya hacía bastante hambre luego de varias horas sobre la moto en caminos fuera de carretera.

Con la moto enlodada, cubierta de polvo y con algunos arañazos en los flancos de la llanta trasera regreso a Durango por la carretera libre Durango – Mazatlán, disfrutando de las curvas que en este tramo hasta El Salto aunque no son tan difíciles o cerradas permiten disfrutar sin arriesgarse tanto y a un ritmo tranquilo. Llego a El Salto, me paso de largo y unos kilómetros más adelante veo que se aproxima una gran moto turística, a primera vista una BMW de los 90’s o principios de ésta década, pero conforme se acerca veo que debe ser una Honda Paneuropean y su piloto responde a mi saludo! Creo por eso acabé de confirmar que no era BMW jaja Más adelante me cruzo con un motociclista sobre alguna moto de trabajo, aparentemente motor de 2 tiempos, Yamaha o Suzuki y que igual saluda de buena gana.

Continúo mi camino a Durango, pasando por lugares que ya he pasado varias veces pero jamás a la misma hora, ni en la misma época del año así que voy disfrutando las mismas montañas que no son las mismas, no son iguales pero tienen el mismo encanto de siempre, de nueva cuenta las ganas de pararme a tomar fotos a cada kilómetro son bastantes, pero el no contar con la cámara me detiene y sólo capto algunas fotos improvisadas con el celular.

Llego a Durango a las 5pm, poco más de 8 horas luego de haber salido y después de haber recorrido 329 kilómetros, de los cuales 95 fueron en terracería. Pude conocer Chavarría (¿mi próximo lugar para trabajar?) y recorrer por primera vez en moto estos caminos que tanto me agradan, además de que ya está el pretexto de una posterior rodada entrando por Mexiquillo y de ahí llegar hasta el túnel de 1.8km construido muchísimos años atrás cuando no existían las máquinas y tecnología con que Aldesa y Omega cuentan en la actualidad.

No quiero decir que ésta ha sido la mejor rodada, porque como bien me dijeron cada vez consideraré que la que acabo de hacer será la mejor y así sucesivamente. No se, tal vez así será, tal vez no, habrá alguna que por algún extraño o desafortunado suceso no sea la mejor pero de cualquier manera cada anécdota, cada experiencia es lo que busco, es parte de esto, eres parte de esto.

¡Nos vemos en el camino!